martes, 2 de febrero de 2010

Todo lo que sube tiene que caer



Siempre hemos escuchado esta frase popular, la usamos y le damos distintos matices pero el denominador común es: la gravedad. Desde la secundaria estudiamos a Newton y nos dicen que la gravedad es una fuerza que afecta y cambia el movimiento de los cuerpos, sin embargo, llegó Einstein con su teoría general de la relatividad* diciendo que la gravedad no es tan sencilla y describió a ésta como geometría. Por lo tanto, la gravedad se convierte entonces como una propiedad del Universo y no de los cuerpos.

El tejido del universo, -las cuatro dimensiones del espacio y el tiempo- está lleno de grumos y baches creados por la presencia de masa y energía.
Estas curvaturas son inevitables; cuando cualquier cosa, ya seas tú, yo, una pizca de polvo interestelar o un fotón de luz, intenta viajar a través del Universo siguiendo una línea recta, en realidad sigue una trayectoria que se curva ante la masa y la energía de los cuerpos que estén cerca de ella. El resultado de esta curvatura es lo que llamamos gravedad. De ese modo, la gravedad no es lo que un cuerpo hace directamente a otro, sino más bien lo que la masa de un cuerpo hace al Universo circundante...


Lo malo es que todavía no sabemos cómo las propiedades fundamentales y cuánticas de la masa, la energía y el espacio-tiempo, se combinan para crear ese fenómeno. La debilidad de la gravedad es algo por lo que deberíamos estar agradecidos. Si fuera solamente un poco más fuerte, ninguno de nosotros estaríamos aquí. Solo el término medio, donde la expansión y la fuerza gravitacional se equilibraron un segundo después del Big Bang, ha permitido que la vida se cree. Ese es el tamaño de la constante gravitacional G, también conocida como la gran G. ¿De donde sale ese valor? ¿Por qué G tiene el valor que permitió a la vida formarse en el cosmos? La respuesta más simple, aunque poco satisfactoria, es que no podríamos estar ahí para observarla si fuera diferente. Y ésta es una conclusión científica. En cuanto a una respuesta más profunda... Nadie lo sabe. "Podemos hacer mediciones que determinen su tamaño, pero no tenemos ni idea al respectos de la procedencia de su valor", dice John Barrow, de la Universidad de Cambridge. "Jamás se ha podido explicar ninguna constante básica de la naturaleza."


*Recuerdo que en mis tiempo de estudiante nunca entendía eso de la teoría de la relatividad o al menos mis profesores nunca lo expl icaron tan clara y amenamente, pero la curiosidad por los fenómenos de la física, química, etc. siempre estuvieron ahí y afortunadamente el interés por los temas sigue. No se cómo exactamente se retroalimenten los maestros en estos temas, pero creo que la currícula de estas materias debería ser mucho más práctica y con un gran manejo del profesor para que intrigue y motive a los estudiantes a investigar más...

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